Por la mañana, tras reponer fuerzas en el fabuloso bufet del parador volvimos a atravesar el puente de San Pablo para llegar. esta vez a la plaza mayor con su catedral. Es una plaza preciosa.
Subimos un poco m´ás por la parte derecha de la catedral para conocer el bonito mirador de Florencio Cañas y por pasadizos acabamos de nuevo en la parte alta, cerca de las ruinas del castillo y nos sentamos en una terraza de las de la arriba a tomarnos un cortado con hielo con unas vistas preciosas.
Volvimos de nuevo a cruzar el puente para coger el coche que estaba en el parking del parador e ir a aparcarlo cerca de la ruta que recorre el río Huecar. Es un paseo precioso.
De aqui pusimos rumbo a lo que sería nuestra última parada de esta escapada, la ciudad encantada. La entrada costó 6€ y se recorre una ruta muy fácil de 3 kms que es circular. Es my fácil y muy entretenida puesto que en cada una de las formaciones hay una foto con una explicación. También atraviesas un cañon precioso de piedra y sí que recomendamos esta visita. Merece la pena.